Hacerse un protocolo médico-estético por primera vez genera muchas dudas. La revista Vogue habla con Victoria Trasmonte sobre las señales que indican que estás recibiendo una buena atención

A la consulta de la doctora Victoria Trasmonte, jefe de la unidad de medicina estética de la Fundación Jiménez Diaz de Madrid, no hay que ir con prisa. Las primeras citas llevan su tiempo –entre 30 y 60 minutos dependiendo de si se quiere un tratamiento concreto o un plan de mantenimiento– y ahí reside precisamente una de las claves que auguran el éxito. Puede que por eso –el boca a boca en estas cosas nunca falla– su consulta sea una de las apuestas seguras para todas aquellas personas que se inician en la medicina estética con la prudencia y el reparo de las primeras veces. De hecho, justo antes de hablar con esta cabecera, la doctora acaba de atender a una paciente que ha decidido empezar a cuidarse a los 80 años, coincidiendo con una segunda boda tras muchos años viuda. Digamos que la doctora Trasmonte es la persona perfecta para solucionar la eterna duda que ronda por la cabeza de todas aquellas personas que fantasean con la idea de iniciarse en la medicina estética, pero que tienen respeto a ese bautismo de fuego porque no saben si se van a poner en buenas manos. Como en cualquier campo de la medicina, siempre existe un mínimo riesgo y pueden surgir complicaciones, pero es evidente que saber elegir a un profesional es FUNDAMENTAL. Y hay ciertas señales que nos pueden ayudar a saber que estamos en buenas manos. Nos las explica la doctora Victoria Trasmonte.

#1. Las primeras consultas requieren tiempo

Todo depende de lo que busque el paciente, pero para la doctora es fundamental que el médico dedique tiempo porque es el recurso mejor invertido. “Permite establecer un diagnóstico facial completo y una hoja de ruta que marca unos tiempos en los que la mejora progresiva permitirá conseguir los objetivos. Hablaremos de textura de piel (rugosidades, poros, arrugas y surcos); de la presencia de manchas de o discromías (rojas o marrones)… Y clasificaremos las zonas hundidas en las que se ha perdido tejido y la manera de recuperarlo. Además ello nos permitirá proponer una adecuada rutina cosmética que combinaremos con el uso de determinados inyectables y tecnología de manera estratégica”, explica Trasmonte, que se caracteriza por un abordamiento del envejecimiento de forma sutil, sin que los pacientes pierdan su esencia.

#2. El médico debe explicar lo que puede ocurrir

No tiene por qué haber complicaciones, pero la comunicación es fundamental. Y eso implica que el doctor conozca los deseos y detecte las expectativas del paciente. Y que explique el procedimiento y las posibilidades en su caso de forma individualizada. “Es fundamental que el profesional te informe con claridad del procedimiento (que no sea un comercial quien lo haga ) y te cuenten también las contraindicaciones y los riesgos asociados a la técnica”, apunta la experta de la Fundación Jiménez Diaz.

#3. A veces, decir NO es necesario

La mayoría de los pacientes, señala Trasmonte, no suelen tener peticiones excéntricas, pero cuando las tienen, o buscan algo que no se puede conseguir o que no les va a quedar bien, es necesario que el médico le explique dónde está el límite. “Cuando piden algo extraño o que no les va a quedar bien es importante decirles que no lo van a conseguir con las explicaciones necesarias. Por ejemplo, puede ocurrir cuando buscan un relleno de labios y, tras analizar el caso, les explicamos que van a hacer pico de pato y que no es conveniente en su caso. Suelen entenderlo”, señala la experta.

#4. La importancia de la atención tras el protocolo

Para la doctora es importante también que el médico informe al paciente de los medios con los que cuenta para resolver efectos adversos –por ejemplo, si tiene un teléfono directo para un respuesta inmediata– y que tras el tratamiento haya un seguimiento posterior. “Nosotros siempre nos ponemos en contacto en los días siguientes para asegurar una buena evolución y volvemos a valorar a nuestros pacientes pasadas dos semanas”, explica la doctora. No tiene por qué, pero tras ciertos protocolos puede haber necrosis cutánea, infección en un punto de punción o posibles hematomas. Y la respuesta rápida es fundamental para que no haya secuelas. “Por ejemplo, en caso de hematoma, que suele ser la complicación menos grave pero la más habitual, realizamos IPL en los primeros días y eso ayuda a que se resuelva rápidamente”, añade.

#5. El pasaporte de belleza postratamiento

Es necesario que te entregue lo que los expertos llaman ‘pasaporte de belleza’, en el que se recoge el tratamiento realizado y los materiales utilizados en el caso de inyectables que, por cierto, deben abrirse delante del paciente y no deben estar abiertos previamente. “Si se tiene una complicación de aparición tardía, como pueden ser los nódulos inflamatorios que pueden aparecer hasta uno o dos años tras la infiltración, es de utilidad conocer qué producto se utilizó de cara a la trazabilidad, la comunicación de adversos a la casa comercial y el manejo dirigido”, explica Victoria Trasmonte.

#6. Mejor si se ofrece un abordaje multidisciplinar

La especialización siempre suma y más en el terreno de la medicina estética. No todos los médicos pueden (o deben) hacerlo todo. “Es importante contar con un equipo multidisciplinar que ofrezca un abordaje integral que repercute en la salud y el bienestar del paciente que es nuestro principal motivo de ser”, señala.

#7. Eres paciente, no cliente

La democratización de la medicina estética ha traído cosas buenas, como el hecho de que los procedimientos hayan dejado de ser un tema tabú. Sin embargo, también asistimos a una era de medicina low cost con una importante tasa de intrusismo. Es importante esta reflexión que hace la doctora. «Existe otra vertiente que acerca la medicina estética a la población ofreciendo tratamientos menos exclusivos, low cost, de la mano de profesionales no médicos que son los que se encargan de ‘venderte los viales’ que contribuirán a que la individualidad interpersonal se diluya y ofrecer condiciones ventajosas, con descuentos o financiaciones interminables. Cuando el ‘paciente’ pasa a ser ‘cliente’ yo le llamo comercialización de la medicina estética y es algo muy peligroso. En esos casos no se mira por el paciente, se tiende a generalizar tratamientos y hace que se aproximen muchos resultados. Lo que cuenta son las ventas y no la historia de cada persona que confía en tus manos”, concluye la experta.

 

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