Son la primera pista en nuestro rostro de que estamos cansados o de que dormimos mal, pero no todas las ojeras son iguales. La Jefa de Servicio de cirugía estética de la Fundación Jiménez Díaz nos lo explica.

Todos lo sabemos, tener ojeras no favorece nada. Son la primera pista de que estamos cansados o de que dormimos mal, aunque realmente no nos sintamos así. Pero no todas las ojeras son iguales. Por tanto, cada una requiere un enfoque diferente. Las ojeras pigmentadas son aquellas oscuras, bien marronáceas por un exceso de melanina o violáceas, porque la piel (que es más fina en esta zona) deja transparentar el color de los vasos sanguíneos. Las estructurales aparecen por la sombra que se proyecta en el surco, tanto cuando hay pérdida de volumen o hundimiento, como cuando tenemos bolsas. Las mixtas combinan varios de estos factores.

Estas antiestéticas huellas que hacen más evidente tu valle de lágrimas tienen solución. El ácido hialurónico es excelente para rellenar las ojeras hundidas, mientras que nuestra aparatología de láser, la luz pulsada y carboxiterapia son eficaces para las ojeras pigmentadas y vasculares, mejorando la circulación y reduciendo la coloración oscura. También realizamos peelings despigmentantes para aclarar la pigmentación excesiva.

En cuanto a los tratamientos quirúrgicos confiamos en profesionales como la Dra. Fernández Pose, especialista en cirugía facial, que forma parte de nuestro servicio de medicina estética. Ella recomienda la blefaroplastia para las bolsas que se forman bajo los ojos. Con esta cirugía se eliminará el exceso de piel o grasa, mejorando el aspecto de los ojos de manera duradera. Lo importante es que cada tratamiento se adapta a las necesidades de cada persona. El arte del buen diagnóstico es esencial para encontrar la solución más efectiva y natural para tu mirada.

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